Durante el ejercicio legal me ha tocado hablar con cientos de familias para discutir si una demanda por maltrato o abuso en residencias es viable o no. El cuidado inapropiado, negligente y abusivo en una de estas instituciones puede degenerar en un gran número de situaciones peligrosas, incluyendo caídas evitables, fracturas, escaras o llagas de presión, errores de medicación, órdenes del doctor que no se cumplen, y maltrato tanto físico como sexual por parte del staff y otros residentes. La queja más frecuente es que el centro de cuidado no se comunica con ellos o con el médico de cabecera del paciente.
Esto se convierte en todo un problema por las siguientes razones:
1. La familia espera una comunicación fluida, y a menudo asumen que si ésta no se da es porque todo está bien o no hay complicaciones.
2. El médico de cabecera de un residente está normalmente limitado a visitar las instalaciones una sola vez por mes. Este profesional a cargo de la salud de su ser querido cuenta con que la ayuda brindada por el staff sea profesional, con los cuidadores sean sus ojos y oídos, de manera que identifiquen y comuniquen cualquier inconveniente lo antes posible para evitar que empeore.
3. Las residencias se quejan del costo que acarrea tomar medidas de prevención en estos casos, pero sostener una buena comunicación con los familiares no les cuesta nada.
4. Los centros de cuidado, por ley, están obligados a comunicarse con la familia del paciente y con su médico de cabecera.
5. Una buena comunicación entre el entorno que rodea al residente, el staff / su familia / su médico de cabecera, es la manera más simple de prevenir cualquier evento peligroso que podría ser catalogado como abuso.
La ley vigente en New Jersey exige:
(c) La institución debe notificar a cualquier familiar inmediatamente de una emergencia que afecta la salud o seguridad de un residente.
(d) La institución debe notificar inmediatamente al médico de cabecera o enfermera a cargo de algún cambio significativo en la condición médica del paciente.
[N.J.A.C. 8:39-13.1.]
¿Por qué las residencias no siempre acatan esta ley?
Esta es una pregunta de la que nunca consigo ninguna respuesta coherente cada vez que depongo a un empleado en un caso de abuso en residencias. Personalmente creo que la respuesta puede ser tan simple como: lo olvidaron, les dio flojera, o estuvieron con sobrecarga de trabajo. También puede ser tan complicada como: estuvieron intentando esconder el problema y solucionarlo antes de que alguien se entere.
Una buena residencia exigirá comunicaciones oportunas entre su staff y los familiares del paciente, así como con su médico de cabecera, y reconocerá que éstas son pieza fundamental a la hora de proveer buen cuidado y prevenir situaciones de riesgo. Una mala residencia no le prestará mucha importancia a esto de la comunicación, y a menudo alarmará a los familiares y/o médico de cabecera del paciente cuando les informen, por vez primera, sobre los peligrosos problemas que claramente han estado sucediendo desde hace tiempo.
¿Cómo nos damos cuenta y cómo prevenimos esto?
El doctor de cabecera de un residente a menudo responde a las noticias de sus problemas médicos de la siguiente manera: “¿por qué no se me informó sobre los problemas de mi paciente antes?”. Un residente o sus familiares suelen enterarse de que presenta escaras cuando preguntan al staff: “¿De dónde proviene ese olor nauseabundo?”.
Usted nunca escuchará este tipo de preguntas en una residencia que cumple seriamente con el compromiso de la comunicación.
A continuación algunos consejos para ayudar a la prevención de abuso en residencias:
– Formule al staff muchas preguntas sobre qué podría ir mal y cuáles serían las medidas de prevención a tomar.
– Exija estar presente en las reuniones con el administrador del centro para definir el plan de cuidado de su ser querido.
– Revise la piel de su familiar en busca de manchas, moretones, pus, escaras, y llagas.
– Pida al staff del centro que retire las vendas colocadas para que usted vea con sus propios ojos qué es lo que éstas están cubriendo (literal y figurativamente).
– No visite a su ser querido a la misma hora todos los días.
– No se quede insatisfecho con las respuestas dadas y contacte al supervisor, director o administrador de la residencia si sus preocupaciones continúan.
– Entregue sus inquietudes al administrador por escrito.
– Tome fotografías de todo lo que parezca sospechoso, especialmente aquello relacionado con los problemas cutáneos de su familiar.
No obstante las promesas hechas por la residencia cuando su ser querido fue admitido, usted no debe confiar ciegamente en el cuidado que recibirá. La manera más conveniente de actuar es pensar en la institución como si fuera un centro en el que se cuidan niños pequeños: puede dejar a su familiar allí pero tiene que visitarlo frecuentemente, formular preguntas, e inspeccionar tanto a él como a su entorno.
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