Mucho se ha dicho sobre el caso de Liebeck vs McDonalds, más conocido como el “Caso del café de McDonalds” de 1994. Era un caso de atribución de responsabilidades que se convirtió, tal y como se dijo en el noticiero de la cadena ABC, en todo un “ícono de las demandas exageradas”. Y ciertamente es fácil, sin conocer realmente los hechos sucedidos, burlarse de alguien que decide denunciar a una cadena por haber sufrido quemaduras de café caliente.
El café es uno solo… y se supone que debe ser servido caliente… pero, ¿tan caliente como para ser capaz de originar quemaduras de tercer grado?
Stella Liebeck tenía 79 años cuando se encontraba en el asiento del copiloto de su Ford Probe, mientras su nieto conducía hacia la entrada de uno de los restaurantes de la cadena de comida rápida McDonalds en Nuevo México. Él realizó una maniobra con el coche de modo tal que Stella pudiera agregar crema y azúcar a su café. Ella puso la taza entre sus piernas y levantó la tapa ligeramente.
En ese punto, derramó todo el contenido del envase sobre sus rodillas. Su pantalón de algodón absorbió el café, manteniéndolo contra su piel por más de un minuto y medio.
El líquido hirviente escaldó sus muslos, nalgas e ingle. Una vez en el hospital, se determinó que había sufrido quemaduras de tercer grado en un 6% de su piel y quemaduras menores en otro 16%. Se mantuvo internada por ocho días y se sometió a una serie de injertos de piel.
Durante ese tiempo perdió el 20% de su peso corporal, reduciéndolo hasta 83 libras, lo que degeneró en otros dos años adicionales de tratamiento.
Persiguiendo un caso por productos defectuosos, Liebeck buscó un arreglo de $20,000 para cubrir los gastos del hospital, que realmente equivalían a $11,000. McDonalds ofreció sólo $800. Luego de que esta cadena rechazara la oferta de Liebeck, ella buscó la ayuda del abogado Morgan Reed, quien elaboró un caso en contra de McDonalds acusándolos de “enormemente negligentes” a la hora de preparar un producto que era “inaceptablemente peligroso” y “elaborado defectuosamente”.
Reed propuso un arreglo económico de $90,000, que McDonalds rechazó inmediatamente. Luego les hizo otra oferta de $300,000, seguida de la de un mediador que recomendaba $225,000. McDonalds volvió a rechazarlas y el caso pasó a juicio.
En éste, Reed sostuvo que McDonalds servía el café a temperaturas entre 180 y 190 grados Fahrenheit. A este nivel, esta bebida podría causar quemaduras de tercer grado en menos de diez segundos. Reed también reveló durante el proceso que entre 1982 y 1992, McDonalds recibió cerca de 700 quejas de gente que sufría quemaduras con el café, y que hasta el momento había desembolsado más de $500,000 en casos de escaldaduras por ello.
Al final, se determinó que Liebeck recibiera casi $600,000 por daños punitivos y compensatorios.
Los que están a favor de la Tort Reform opinan que se trata de una demanda frívola, y aseveran que este tipo de casos están estresando la economía. Pero lo cierto es que casos como el presentado son de todo menos frívolos.
McDonalds estaba en efecto sirviendo café que tenía el potencial de causar serios daños a sus clientes… y como acabamos de ver, así fue. Ninguna advertencia de peligro puede reemplazar la responsabilidad de la cadena. La prioridad número uno debe ser asegurar y mantener la seguridad del consumidor.
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Actualmente, somos testigos de cada vez menos casos en nuestro sistema en los que se responsabiliza a los fabricantes por daños ocasionados a causa de la adquisición o manipulación de sus productos defectuosos. Las normativas vigentes en US tampoco ayudan, pero un buen abogado especializado en este tema puede hacer la diferencia.
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